10 diciembre, 2024

El acoso callejero no va más

No importa la edad, la orientación sexual, el color de piel, el lugar donde vivas o el modo de vida que tengas. Sí importa el género: si sos mujer, alguna vez en nuestro país, fuiste víctima de acoso callejero. 

El acoso callejero es violencia de género y así lo determina la Ley que fue sancionada el pasado martes 16 de abril por el Congreso de la Nación.  A partir de ahora, todas las disposiciones y lineamientos planteados por la Ley 26.485, de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, deben aplicarse para esta particular manifestación de violencia machista en el espacio público.

Este tipo de violencia está definida como la que se da “contra las mujeres por una o más personas, en lugares públicos o de acceso público (como medios de transporte o centros comerciales), a través de conductas o expresiones verbales o no verbales, con connotación sexual que afecten o dañen su dignidad, integridad, libertad, libre circulación o permanencia y/o generen un ambiente hostil u ofensivo”.

Es violencia porque es una práctica no deseada por las mujeres, quienes lo sufrimos de manera sistemática; porque es una agresión que se produce por relaciones desiguales de poder; porque ocurre en el espacio público donde tenemos derecho a transitar libremente y no ser agredidas, ni violentadas; porque independiente del contexto, la edad, la hora del día o el vestuario que llevemos puesto, los derechos humanos no dependen ni se suspenden por detalles del entorno. No hay excusas ni justificaciones para el acoso sexual callejero.

No es culpa de la víctima. El derecho a transitar libremente y el derecho al libre desenvolvimiento de nuestra personalidad se ve seriamente afectado por este tipo de violencia, especialmente cuando se culpabiliza a la víctima, bajo el supuesto de que las acciones de los acosadores son consecuencia de la forma de vestir, caminar, actuar, hablar y ser de la mujer. Invertir el rol de la culpabilidad es la principal herramienta de los acosadores. Este tipo de absurdas justificaciones de las conductas abusivas denotan el perfil machista de nuestra sociedad y desterrar esas ideas son parte de la ardua batalla que las mujeres estamos dando. 

Según un relevamiento realizado por el Observatorio de la Violencia Contra las Mujeres Ni Una Menos el 100% de las mujeres que residen en Argentina experimentaron algún tipo de acoso a lo largo de sus vidas. 

El acoso callejero es una modalidad de violencia psicológica, simbólica y muchas veces física fuertemente enraizada en nuestra sociedad y que históricamente ha sido normalizada. Los hombres creyeron que tenían el derecho de decirles a las mujeres lo que quisieran de sus cuerpos o de su persona y culturalmente se justificó su práctica relacionándola con un elogio o un piropo. 

Sabemos que esta práctica responde a un fenómeno social complejo que obedece a un patrón cultural naturalizado y sobre todo a un mandato patriarcal arraigado en nuestra historia, y es esta la razón por la cual, quienes sufrimos este tipo de violencia abrazamos la conquista de derechos que significó la sanción de esta Ley. 

El acoso callejero nunca debería haber sido, ahora tenemos una ley: el acoso callejero no va más. Queremos vivir libres de violencia machista.

María Magdalena Odarda, Senadora Nacional por Río Negro

Maria Liza Malaspina Marich, Abogada especialista en Derecho Penal y Criminología.