14 febrero, 2025

45 años después, la muerte de Perón, y un Modelo Argentino sin desarrollar/Por Carlos Espinosa

Ocurrió el 1 de julio de 1974, hace 45 años. Aquel día, en las primeras horas de una tarde fría pero soleada, murió el presidente de la Nación, general Juan Domingo Perón. El decaimiento físico del líder popular y jefe de Estado era notorio desde varias semanas  y apenas 15 días antes había realizado su última aparición en público, en la emblemática Plaza de Mayo, “su plaza” desde 1945, cuando formuló un premonitorio mensaje de despedida con aquello de “llevo en mis oídos la más maravillosa música, que es para mí la voz del pueblo argentino”. Pero, más allá de lo esperable que era su muerte, fue muy fuerte el impacto causado por la trágica información oficial, cerca de las 14, a través de la palabra de su viuda y sucesora en el mando, en el carácter de vicepresidenta de la Nación, María Estela Martínez .

La repercusión periodística fue espectacular. Aquel era el tiempo en que las noticias corrían rápido sólo por radio y televisión (con cinco canales de aire, únicamente), pero como no existía la internet el público ansioso de detalles concretos se volcaba en las páginas de los diarios.

El sitio digital  www.horacero.com.ar hizo una interesante reseña del tratamiento que le dieron los diarios a aquella tremenda noticia. Vale reproducirla.

“Aquel 1º de julio de 1974 una noticia conmocionó al pueblo argentino: la muerte de Juan Domingo Perón que estaba en funciones como presidente de la Nación. Era algo previsible, pero no esperado por la amplia mayoría que lo había elegido con el 61.85% de los votos (el 23 de septiembre del año anterior).

Rápidamente se convirtió en el eje informativo de los diarios nacionales: Crónica tituló “MURIÓ”. La Opinión: “La muerte del presidente de la república afecta a todos los sectores de la actividad nacional”. La Razón: “LUTO NACIONAL”. Clarín: “Inmenso dolor popular por la muerte de Perón”. La Nación: “Juan D. Perón dejó de existir ayer; asumió la vicepresidenta”. Mayoría: “El pueblo vela a su conductor”.

Sin embargo, hubo una tapa que se destacó, fue la del diario Noticias que en su número 214 publicó con letras muy grandes la palabra: “DOLOR”. Debajo de este título, una breve bajada que escribió Rodolfo Walsh sin firmarla: “El general Perón, figura central de la política argentina en los últimos 30 años, murió ayer a las 13.15. En la conciencia de millones de hombres y mujeres la noticia tardará en volverse tolerable. Más allá del fragor de la lucha política que lo envolvió, la Argentina llora a un Líder excepcional”. (ver la foto que ilustra la nota)

En esa síntesis histórico-periodística, el diario de los Montoneros, supo interpretar el sentimiento de millones de argentinos y argentinas que sentían una profunda tristeza por la muerte del presidente y líder del movimiento peronista, pero también contextualizar la importancia de su figura política.

Al día siguiente, el diario Noticias, que ya había publicado un suplemento especial, mostraba una toma fotográfica de Plaza de Mayo en una movilización muy nutrida, con una bandera de Montoneros que recorría de punta a punta las seis columnas y llevaba calada en negro la frase “Mi único heredero es el pueblo”, con la firma de Perón.

La tapa del miércoles 3 de julio del mismo diario, mostró la imagen de un altar improvisado en una mesa con mantel en una casilla; tres velas y flores junto a la foto de Perón, sobre la cual había una de Evita, arreglo que se completaba con un conjunto de flores y banderas justicialistas ubicado en el piso; dos mujeres y una adolescente, acongojadas, con el título: “Perón vive en el corazón de su pueblo”.

Contando aquellos días, el sociólogo e historiador argentino, Julio Godio, dijo que se realizaron por lo menos tres sepelios: en primer lugar, el que calificó “del bloque dominante”, y despreció como “la ceremonia hipócrita de la Sociedad Rural, la Bolsa de Comercio, la embajada yanqui”, consistente en solicitadas en los diarios; en segundo lugar, el que llamó “la ceremonia de la burguesía nacional”, representada por las expresiones democráticas de los dos partidos principales, el peronista y el radical, en el Congreso Nacional, lugar del velatorio. Por último, Godio habló de “la ceremonia más auténtica”, y Noticias supo dar cuenta de ella.

No fue el caso del diario La Prensa que continuó su histórica pelea con Perón, en una necrología que a pesar de su extensión logró incluir sólo siete veces el nombre del ex presidente: “Su historia y la del país, en las tres décadas mencionadas, es también la historia de una alternancia entre la autocracia y la demagogia y asimismo la de un desencuentro entre el ideal de libertad y la práctica de los principios destinados a ampararla”.

El diario Noticias fue una publicación dirigida por Miguel Bonasso, entre 1973 y 1974, clausurado por el gobierno de María Estela Martínez el 27 de agosto de ese año (o sea 58 días después de la muerte de Perón) . Hubo un total de 267 números. Entre los destacados periodistas que pasaron por la redacción estuvieron Juan Gelman, Rodolfo Walsh, Horacio Verbistsky, Franciso Urondo y Noberto Habegger.” (Final de la cita de Hora Cero)

La desaparición física del mayor líder que la política nacional había generado hasta ese momento tuvo consecuencias inmediatas y mediatas, tales como la afirmación del ala fascista del gobierno (personalizada en la figura de José López Rega y otros altos funcionarios), la persecución y represión contra sectores críticos (aún dentro del PJ) con los asesinos de la Triple A sueltos por las calles, el clima de desestabilización y vaciamiento de los poderes públicos y la preparación del golpe cívico-militar-eclesiástico más sangriento,  que se produjo el 24 de marzo de 1976.

Siempre nos preguntamos:  ¿si Perón pudiese haber vivido al menos un par de años más:  el destino político, social y económico del país hubiera sido distinto? No hay respuesta, como siempre ocurre en esta clase de contingencia.

Un dato que, sin embargo, es muy poco tenido en cuenta es que la muerte del presidente Perón sepultó en el olvido y desactivó toda posibilidad de llevar a la práctica el plan denominado “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional”, que el Jefe de Estado anunció, en sus líneas básicas, en su último discurso ante la Asamblea Legislativa, el 1 de mayo de 1974, dos meses antes de su fallecimiento.

La página web oficial del Instituto Gestar, del Consejo Nacional del PJ, sostiene que, después del 1 de julio de 1974 “el difícil contexto sociopolítico de aquellos años contribuyó a que el documento fuera cayendo en el olvido, situación que se profundizó durante el periodo iniciado en 1976 con la última dictadura cívico-militar. Durante estos años, la obra fue objeto de ediciones rudimentarias -muchas de ellas clandestinas-, impulsadas sobre todo por sectores de la militancia peronista y por emprendimientos comerciales alternativos”.

La citada publicación digital añade que “muchos años después, hacia finales de la década de 1990, por una iniciativa de la Biblioteca Nacional y de la Biblioteca del Congreso de la Nación, se comenzó a trabajar en una investigación sobre la denominada Carpeta Damasco (en referencia a su poseedor original, el coronel Vicente Damasco, colaborador del General Perón en la producción del documento, aproximadamente entre febrero y mayo de 1974). Gracias a este proyecto, el “Modelo argentino” -que no fue publicado oficialmente en vida del autor- hoy es una obra póstuma vigente y fundamental para comprender una etapa de nuestra historia y una propuesta que sintetiza dialécticamente una doctrina filosófica con una forma de entender la praxis política”.

“El “Modelo” representa desde su título la orientación ideológica del pensamiento peronista, una doctrina que reivindica la inteligencia nacional de un país que necesita pensarse como primer protagonista de su desarrollo económico y cultural: “una ideología creativa que marque con claridad el rumbo a seguir y una doctrina que sistematice los principios fundamentales de esa ideología” (1974). Por este motivo, un proyecto nacional solo puede encontrar sus bases en un “método argentino”, es decir, situado de manera realista en su contexto histórico, social y político” sigue diciendo.

Se explica también que “la obra retoma varias de las directrices elaboradas por Perón en otros documentos centrales, por ejemplo “La comunidad organizada” (cuyo contenido fue expuesto en parte en la conferencia pronunciada el 9 de abril de 1949 en el acto de clausura del Primer Congreso Nacional de Filosofía realizado en Mendoza), aquella “donde el hombre puede realizarse mientras se realizan todos los hombres de esa comunidad en su conjunto” (1949/1952). En este sentido, el Modelo argentino vuelve a proclamar la necesidad de una “evolución social” equilibrada donde el capital esté verdaderamente al servicio del trabajo y de los trabajadores. La justicia social sigue siendo el objetivo supremo, ese imperativo ético que necesita de la práctica política para convertirse en una realidad concreta para el pueblo”.

“Recordamos el origen de este documento porque representa de forma vigente ciertas aspiraciones y necesidades de los argentinos, también porque demuestra la originalidad del pensamiento de un dirigente comprometido con pensar la transformación positiva de su sociedad, y, por último, porque es un mensaje para el presente y para el futuro de todos los habitantes de nuestro país que intentan construir desde sus propias raíces esa “nueva identidad” que describió Perón, aquella “derivada de su situación histórica y su adherencia al destino de su tierra”  (hasta aquí la cita del artículo del Instituto Gestar)

La publicación de referencia (que se puede encontrar en http://www.bcnbib.gob.ar/uploads/Peron.-Modelo-argentino-para-el-proyecto-nacional.pdf) sorprende hoy, 45 años más tarde, con aseveraciones de Perón que, si bien inscriptas con claridad en el andamiaje ideológico que tanto nos cautivó y estimuló nuestra militancia juvenil, mantienen absoluta vigencia en relación con circunstancias actuales de la vida nacional y las relaciones internacionales de la Argentina.

Perón afirmaba, entonces, que  “por más coherencia que exhiba un modelo, no será argentino si no se inserta en el camino de la liberación”, y anticipándose a los riesgos de la globalización (aunque utilizando otra expresión, como ya se verá) advertía que  “el universalismo constituye un horizonte que ya se vislumbra, y no hay contradicción alguna en afirmar que la posibilidad de  sumarnos a esta etapa naciente, descansa en la exigencia de ser más argentinos que nunca. El desarraigo anula al hombre y lo convierte en indefinido habitante de un universo ajeno”.

“La liberación, en todos los terrenos, es insoslayable requisito para ingresar en el proceso universalista. (…) Resulta así que para constituir al mundo como un ente armónicamente integrado es necesario liberarse de dominadores particulares. Paralelamente, deben considerarse dos etapas esenciales, a las que me he referido en numerosas oportunidades: la del Continentalismo y la del ‘Tercer Mundo’” agregaba, en otro párrafo.

Luego, con un positivo vaticinio de lo que lograrían Argentina, Bolivia, Brasil y Venezuela, en la primera década de este siglo XXI, Perón aseguraba que  “Tenemos que admitir como lógica la acción de los imperialismos en procura de evitar que la unión de nuestros países se realice, ya que ello es opuesto a sus intereses económicos y políticos. En consecuencia, debemos admitir que la lucha es necesaria” y aseguraba que ““Tenemos que asumir el principio básico de que‘Latinoamérica es de los latinoamericanos’ (…) Nuestra respuesta contra la política de ‘dividir para reinar’ debe ser la de construir la política de ‘unirnos para liberarnos’”.

El texto es revelador de una serie de ideas de sustentación para fortalecer a la Argentina, sobre la base del consenso y un contrato social entre todos los sectores de la vida nacional. Este legado de Perón, que demanda mayor difusión y análisis de perspectiva histórica, debe ser actualizado en algunos enfoques pero mantiene vitalidad y bien puede ayudarnos como aliciente para salir del actual marasmo argentino tras cuatro años de macrismo.

No olvidemos que Perón, con 78 años cumplidos y achacado de algunos males físicos, volvió al país con una meta clara: la de prestar un último  servicio al pueblo argentino, para buscar la unidad y la concordia, deponiendo antiguos enfrentamientos, y enterrando a la venganza, y eso que él tenía sobrados motivos para vengarse, tales como la profanación de la tumba de Evita y el secuestro de los restos, más la catarata de denuncias falsas sobre su persona, el exilio obligado y hasta la prohibición de invocar su nombre.  Por eso la formulación de este Modelo Argentino constituyó su más completa propuesta al futuro, un futuro incompleto todavía hoy, 45 años después, a pesar del lapso de poco más de una década que permitió encontrar soluciones parciales y devolverle la  felicidad a amplios sectores de la población.

Personalmente estoy convencido de que el enorme esfuerzo que realizan dirigentes de la talla de Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández, Sergio Massa, José Luis Gioja, y tantos otros, en conjunto con los gobernadores de varias provincias, para conformar y sostener el Frente TODOS, implica una apuesta de magnitud similar a la de Perón en 1974. (APP)