Se fue Elías Chucair, pero nos deja una obra singular que merece ser conservada y analizada

Por Carlos Espinosa.
En este desapacible jueves 30 de julio desde el helado sur rionegrino nos llega la triste noticia de la muerte del escritor Elías Chucair, a los 94 años, allá en su querido pago natal de Ingeniero Jacobacci. El rápido deterioro de su salud durante las últimas semanas, por causas sin relación con la pandemia de estos tiempos, nos ha sorprendido y aumenta el dolor por su ausencia física, aunque su legado escrito es amplio y fascinante.
La obra literaria que realizó Elías Chucair está nutrida de poemas, relatos de ficción y crónicas sobre la historia regional. Cerca de 30 libros, muchos de ellos publicados a través del sello Ediciones del Cedro, de su gran amiga y editora Julia Chaktoura, nutren las principales bibliotecas de la región del país. Se encuentra actualmente en elaboración un volumen que recopila cientos de misceláneas originalmente publicadas en formato de fascículos, bajo el título colectivo de “Ayer aquí”. La concreción de esta edición será un adecuado homenaje póstumo, que debe asumir el Fondo Editorial Rionegrino.
Como modesto aporte, en homenaje al amigo que acaba de partir, quiero reproducir un artículo ya publicado en este portal, y que fue incluido como prólogo para su libro “Vivencias de Patagonia en un poema” , Ediciones del Cedro, 2012. En aquellas líneas definía a Elías Chucair como un escritor padentrano, nombrador y popular.
Elías Chucair es padentrano, y eso es una virtud, que ejerce con autoridad.
Permítanme que les explique un poco de dónde viene esa palabreja. Don Arturo Jauretche la usaba y la había tomado de un texto del poeta Osvaldo Guglielmino, que a su vez la inventó para contraponerla a esa expresión grosera de “pajuerano” con la que los habitantes de la Capital designan (o designaban) a los recién llegados del país interior. Ser padentrano es, entonces, pertenecer, ser y estar en el adentro de la Patria; conocer, amar y odiar (todo al mismo tiempo) este interior maravilloso y sorprendente, defenderlo y hacerlo conocer.
Por eso afirmo y reitero: Elías Chucair es padentrano. Tiene sangre inmigrante en sus venas, y además a lo largo de toda su vida ha fertilizado una fraternal relación con los criollos y los indios. Esta actitud potencia su condición de padentrano, precisamente, porque el país de adentro está mayormente poblado por esos seres, invisibles a los ojos de la metrópoli. Este poeta amigo, rionegrino y padentrano, dedica muchos de sus versos a poner en el foco de la luz esos rostros del trabajo y el desarraigo. Los coloca en el centro del escenario.
Además, Elías Chucair es nombrador, y esa calidad lo distingue junto a otros poetas de su misma generación, Jaime Dávalos, Armando Tejada Gómez, Antonio Esteban Agüero, Edgar Morisoli, Pepe Sánchez y tantos.
Los nombradores son los poetas, narradores y cronistas que llaman a los personajes de sus escritos por sus nombres, como un pequeño homenaje, manifestación de respeto y sincero manejo de la información referencial. Pero, también, son quienes al nombrar a las cosas luchan contra el atroz destierro del olvido; porque el nombre se convierte en proclama invencible en el tiempo. Porque lo que se nombra queda en la memoria, como material que construye el imaginario colectivo de los pueblos.
Debo decir, para completar la descripción, que Elías Chucair es popular; lo son los temas que ocupan su literatura y goza su obra del reconocimiento del pueblo, que repite sus historias y poemas, apropiándose de ellos.
Lo popular es, en el arte, una categoría que se puede definir con pocas palabras: es lo que le gusta a la gente. Las imágenes y relatos que transmiten los escritores populares no necesitan explicaciones para llegar al corazón de sus lectores y provocar el cosquilleo de la emoción. Dicen, los detractores de lo sencillo, que escribir de esa manera no requiere talento. Ignoran que la capacidad de emocionar está reservada a quienes tienen leal sensibilidad por las cosas simples, un privilegio de los espíritus mansos.
Elías Chucair es padentrano, nombrador y popular. Estas condiciones se muestran en esta selección retrospectiva de su obra poética. Transitar por las páginas de este libro es como dejarse envolver por un poncho de nostalgias sureñas, que acaricia y hace soñar; para andar caminos ásperos y dolientes, cálidos y afectivos, y finalmente arribar al alto mollal donde el viento alguna vez perdió una copla. (APP)