Final cantado
Final cantado. El escenario que se vio el jueves en la Legislatura se venía gestando y el Gobierno poco hizo para evitar esta crónica anunciada, porque le reditúa políticamente. «Por actitudes como ésta es que gana Milei» les dijo Alberto Weretilneck en Jacobacci a los docentes que se manifestaban contra el sistema de presentismo y la ley de educación como servicio esencial. Les dijo que en Río Negro no hay ajuste porque son el segundo mejor sueldo el país, y dejó una advertencia: «quieren ajuste, van a tener ajuste».
El gobernador salió de allí convencido que la UnTER iba a ser un escollo difícil. ATE con un silla prácticamente en el Gabinete, UPCN sin poder de movilización y Asspur circunscripto a los hospitales no suponen dificultades. En cambio, los maestros -de tradición combativa en Río Negro- serían los únicos capaces de alterar la paz social en tiempos donde recrudece el desempleo y la pobreza. Sin un límite a esa protesta, siempre se corre el riesgo del efecto contagio, y el peor es el que surge desde las comisarías.
El oficialismo le avisó al gremio que iba a empoderar el proyecto del PRO, y que si aflojaba la tensión habría paritarias y la iniciativa de Juan Martín no tendría segunda vuelta. Abrió un canal de negociación. Tan ventilado estaba el dato, que la UCR y la CC-ARI anunciaron su respaldo al proyecto, pero pidieron modificaciones. Jugaron a favor, patearon para adelante la definición. Por la propia dinámica de organización de la UnTER, los entendimientos no son fiables, ya que los acuerdos con su cúpula muchas veces son destrozados en los Congresos por las bases. Así y todo, no hubo mayor esfuerzo de ambas partes para un entendimiento.
El gremio movilizó a Viedma y armó una carpa en la puerta del Parlamento. No es la primera vez, ni el único gremio que lo hace. Una «vigilia» para hacer notar el descontento con la Ley de Educación como Servicio Esencial que ya tuvo media sanción en el Congreso, e inmediatamente fue judicializada por la CTERA, y ya está declarada inconstitucional. No es un dato menor. Es decir, la pelea era simbólica.
El gobierno supo desde el día anterior de los movimientos del gremio, por los informes de inteligencia de la Policía. A nadie lo agarró desprevenido la jornada, que además tuvo una marcha en las calles de la capital provincial.
Como es costumbre la dirigencia pidió ingresar a la sesión (también es habitual) y eso fue negado por el vicegobernador. Incluso la UnTER ofreció solo la presencia de la secretaria general, Silvana Inostroza. No, fue la respuesta. Alegaron que el «miedo» era un disturbio en el interior. Y los ánimos se caldearon. Los legisladores del peronismo salieron a respaldar a la UnTER y pedir que ingrese una comisión. Tampoco. Para colmo, en la primera fila del cordón policial estaba el comisario sancionado por publicar en sus redes un Falcon verde el día que Javier Milei ganó las elecciones. Un combo perfecto para el conflicto.
A los empujones e insultos sobrevino el accionar del COER que gaseó la manifestación. El resultado fue docentes y policías heridos, todos atendidos en el mismo lugar: el hospital Zatti, que tiene a su personal en asambleas por la falta de insumos y bajos salarios.
Los gases también afectaron a periodistas, fotógrafos, camarógrafos y militantes de ATE que ayudaron en la carpa.
Inmediatamente Weretilneck salió a condenar el suceso y adelantó que impulsaría una denuncia contra los manifestantes por atacar a la policía y querer interrumpir el normal desarrollo de la Legislatura. En sus redes habló de atentado. Los jefes policiales a cargo del operativo fueron al Ministerio Público y la denuncia recayó en la fiscal Paula Rodríguez Frandsen, que ahora pedirá a los medios de comunicación imágenes del día que, sumadas a las cámara del Parlamento y los testimonios, dará cuerpo a la instrucción. No quedó allí. El Gobernador instruyó a la Fiscalía de Estado a presentarse como querellante.
El gremio se quejó por la represión y la criminalización de la protesta. «No somos violentos», aseguraron y anunciaron un nuevo paro el miércoles, que coindice con la marcha universitaria nacional.
Además de la UnTER, el gobierno apuntó contra el PJ. Sindicó a sus legisladores como los «promotores desde adentro» en complicidad con el gremio «desde afuera» para generar caos. El partido emitió un comunicado contra la represión y los legisladores pidieron -sin éxito- frenar la sesión.
Weretilneck sumó las voluntades libertarias (PRO y LLA) a sus aliados (CC-ARI y UCR) en la Legislatura y dejó al peronismo (VcT y PJ-NE) visiblemente del lado de los «gremialistas violentos». Traza un escenario político contrario «al pasado», lejos de La Cámpora y el kirchnerismo, aunque pretende rescatar algún peronismo que siga en lo que fue el Gran Acuerdo, para que el provincialismo no se vaya mucho a la centro derecha. Así, arma el tablero del 2025. Imagina finalmente un disputa entre Juntos (con aliados) y el peronismo.
Esta acción contra la UnTER se inscribe en esa estrategia.
Foto: Vanesa Schwemmler (ADN)