El diálogo feminista de Argentina rompe tabúes con tango entre mujeres
Una sutil diferencia dentro de la igualdad andrógina, un movimiento curvo agasajado por el soporte imperativo de la espalda y mucha conexión, sin importar el género: así es el tango entre mujeres, una transgresora forma de reivindicar el feminismo en Argentina a través del emblemático baile.
La compañía de danza «Tango Entre Mujeres» rompe con las reglas de un baile que deja atrás el antagonismo del hombre-mujer para dar un paso hacia el «diálogo» de igualdad y el sentimiento de mujeres con mujeres.
Bajo el lema «¡Que tu tango, mujer, no dependa del varón!», la iniciativa, con marcado tinte feminista, es una voz que toma fuerza en Argentina y dice alto y claro que la mujer «no espera» a ser «elegida» por un hombre.
«El varón paga la entrada al igual que la mujer y tiene asegurado su baile durante toda la noche», apuntó la directora, coreógrafa y productora del proyecto «Tango Entre Mujeres», Anahí Carballo, en una entrevista a Efe.
La compañía se fundó en 2015, cuando la danza entre dos mujeres todavía era novedad y las bailarinas eran «excluidas de las milongas por los organizadores, que les pedían que se retirasen del espacio porque el tango es el icono del patriarcado», afirmó.
«Imponer algo nuevo como ‘Tango Entre Mujeres’ ha sido bastante difícil de llevar a cabo. Y lo sigue siendo», remarcó la cordobesa.
Educada desde pequeña con que el tango era una danza machista, lo rechazó hasta que en 2008 -aún sin estar aprobado el matrimonio igualitario en Argentina- una chica la invitó a bailar.
«Le dije: ¿Pero nosotras dos? ¡Somos mujeres! Y me respondió: ¡Qué importa!», recordó entre risas.
«Cuando nos abrazamos sentí un olor a crema y a perfume que me encantó y vi que sí que me gustaba el tango, pero al bailarlo con mujeres», añadió con confianza.
Tras ello, abrió una compañía de danza formada por bailarinas «amateur» que supieran ambos roles y así convencer de que «el formato de hombre-mujer en la danza no es el único posible», insistió.
Consciente de que a la gente, sobre todo a los hombres, no le molesta cuando estos seducen a una mujer, pero sí cuando son dos mujeres las que lo hacen, asegura que el reto es «adaptar ese género y mostrar otra cosa».
Asimismo, hay coreografías lúdicas, donde queda plasmada la amistad que se da entre dos o más chicas, así como también de índole feminista, donde se habla de la «militancia» y el «empoderamiento».
Se trata de la necesidad que tenemos las mujeres de «juntarnos entre nosotras para seguir conquistando lugares que han sido desplazados por hombres y mujeres», destacó la pionera.
No es solo romper con el formato de pareja, sino con la «idiosincrasia de la danza», subrayó mientras exponía que trabaja desde la sutileza para tratar de no establecer que haya un rol dominante y uno dominado, sino que haya más un «diálogo entre los cuerpos».
«La cantidad de cosas que tengo para contar. No estoy limitada. No hay que cristalizar al tango, ni a ninguna danza, porque es social, dinámica y hay que mostrar los temas actuales: violencia de género, maltrato, felicidad, familia… no agarrarse únicamente del amor, la pasión y las ganas físicas que te genera, especificó.
«Un coreógrafo me dijo una vez ‘muy linda tu movida de ‘Tango Entre Mujeres’, pero ahí le falta una bien grande» (aludiendo al pene)’; otro aseguró que lo que yo hacía era ‘la muerte del tango’ y, además, me prohibieron entrar a algunas milongas explicando que ‘eso no es tango'».
En esa misma milonga, a los tres años, la invitaron con carta oficial al ver que se iban abriendo en varios espacios.
Por su parte, Katerine Richard, actriz y bailarina cubana de la Universidad Nacional de Arte (UNA) de Buenos Aires, aseguró que fue «un gran honor» que la directora de «Tango Entre Mujeres» confiara en ella «para poder crecer» y «estar a la par» de sus compañeras argentinas.
Al recordar el tango que se baila en las milongas (más social), donde se conecta desde el lugar más emocional, «estás respirando casi con la otra persona», murmuró sonriente la bailarina de 27 años.
Con la convicción de que no dudaría en competir con una mujer ante un jurado de tango pues «no siente limitaciones por bailar con mujeres», añadió que «la memoria física del cuerpo (femenino) es más inteligente; con un hombre cuesta mucho hacerle ver lo que quieres o por dónde quieres ir porque, por lo general, cuesta que se entreguen», afirmó Richard.
En estos cuatro años del proyecto, ambas profesionales han visto la «evolución» y la «aceptación» que ya forma parte de una sociedad diferente.
Por ello, con paso firme y a pesar de los muchos traspiés que les jugaron, las mujeres seguirán con su baile, beso y tango.
Fuente: Ecodiario/eleconomista