“Decile que soy francesa”: una obra de teatro en la que la lengua de señas es acción y no interpretación
Por Julieta Botto
Infobae Cultura habló con Gabriela Bianco, la creadora, protagonista y gestora de esta obra que se mueve en dos niveles: entre el unipersonal y otro con una actriz señante
CODA (Children Of Deaf Adults), en inglés significa “hijos de padres sordos”, mientras que en italiano es un préstamo al castellano que se utiliza en la música para hablar de, entre otras cosas, “el final de un movimiento, a modo de epílogo” –porque en su idioma original significa “cola”–. En castellano, cuando algo va a dar que hablar, se dice que “traerá cola”. Y parece que todo tiene que ver con todo, porque Decile que soy francesa, de Gabriela Bianco, es una obra que no va a pasar desapercibida.
Gabriela Bianco se crio en un hogar con padres sordos, y como ella misma cuenta, es bilingüe: habla castellano y se comunica, desde siempre, por medio de la lengua de señas. Ese universo que, en apariencia, parecía restrictivo se le abrió, en algún momento de su vida, como una oportunidad estética. “Ser CODA” fue el germen de esta obra –aunque ya venía trabajando en el ámbito teatral y gestual–.
“Crecí con la lengua de señas como primera lengua, porque la lengua que se hablaba –y continúa hablando, porque sus padres aún viven– en mi casa es la de señas”, cuenta Bianco. “Tarde mucho tiempo en decidirme a hacer esta obra, y el dramaturgo chileno Marco Antonio de la Parra, en un taller en el que leyó varias cosas, me dijo que tenía mucho valor, que tenía que compartirlo, y me animé, la verdad es esa”. Ella ya venía trabajando con el tema de la lengua de señas desde hace más de treinta años, con personas sordas y el trabajo en el escenario, ahora, además, en el Teatro Nacional Cervantes con los laboratorios de creación.
Esta historia, de ficción pero con asidero en lo personal, le llevó tiempo de trabajo para darle forma, y tras las intervenciones en el Cervantes, encontró el momento para llevarla a cabo y ponerla, finalmente, en escena. “Esta historia está enmarcada en las experiencias que tienen los hijos de las personas sordas, porque al charlar coincidimos en muchas situaciones”. Sin embargo, Gabriela no quería que la obra se convirtiera en algo catártico, sino todo lo contrario.
Decile que soy francesa, escrita, protagonizada y codirigida –junto con Daniel Cinelli– por Gabriela Bianco, es una pieza que tiene, literalmente, dos lados, porque la intención de la actriz y de su compañía teatral, Gestual, a partir de esta obra –estrenada el sábado 12 en su versión tradicional, que tendrá su estreno con el Lado B el 9 de abril– es que los espectáculos empiecen a tener esa doble posibilidad de lo accesible, que no sea solo contar anécdotas, sino, además, un hecho artístico, poético, teatral. Con esa premisa se construye una historia intra y extrafamiliar, en el “mundo de los oyentes”.
Es la misma lengua de señas la que brinda la oportunidad del acto artístico, porque la creencia de que esa lengua está en las manos es errada, ya que es mucho más, es un sistema de comunicación visual, gestual, que está en todo el cuerpo, y es igual o más importante lo que hacen simultáneamente cuerpo y manos. “Esa característica es la que la hace tan familiar con el lenguaje de la escena, del cuerpo en la escena, y esa fue mi motivación inicial, a mis dieciocho años, empezar a estudiar teatro, porque había algo que me llamaba desde esa lengua física, de esa forma de comunicación completa”, cuenta Bianco.
A partir de allí comienza a desarrollar una línea de trabajo, de pensar materiales, cuentos, espectáculos, cortos para PakaPaka, un camino que había iniciado y divulgado bastante tiempo antes en una telenovela que posibilitó la apertura de una puerta al tema y su visibilización. Así armó la compañía que coordina y dirige, en la que trabaja con artistas, actores y actrices, señantes, sordos y oyentes.
Decile que soy francesa es una obra particular, personal, que narra este universo, contada en dos versiones, un lado A, unipersonal “para la comunidad que oye, abrir este mundo para las personas que no tienen idea de este mundo”, compartir anécdotas e instancias metafóricas teatrales que despliegan a través de un personaje; y una vez al mes, se realiza el lado B, en el que actúa Bianco, y Daniela Fortunato, actriz de la compañía, hace la intervención, es decir, crean una nueva dramaturgia, no una interpretación “al costado”, que traduce los textos. “Eso no sería acceso al teatro”, explica Gabriela Bianco, “sería acceso a la información de lo que dice la actriz, no participar de la experiencia teatral, artística”, agrega.
“Es muy difícil mirar lo que pasa en la escena y mirar al intérprete al costado que cuenta lo que dicen los actores”, continúa, y si bien reconoce que en una primera instancia, que antes y con otras experiencias artísticas hubiera sucedido, fue un hecho positivo porque permitió la visibilización, ella apuesta y quiere ir más allá: convocar a que se participe de una experiencia sensorial, artística, no solo a la mera recepción de información de lo que los actores dicen en la escena.
“La intervención performática en lengua de señas se trata de ‘formar parte’, de ‘estar adentro de lo que pasa’, siempre en términos escénicos, considerando las reglas y convenciones del teatro”, explica Bianco, y aclara que continúa siendo una manifestación del teatro, pero no siempre es un desdoblamiento. Al ser una actriz sola –en el Lado A–, es más fácil ver la duplicación, el diálogo entre ambas actrices –en el Lado B–, es la versión que le cuentan a los espectadores, oyentes y sordos, es “para los dos, una versión que incluye a una actriz señante haciendo una intervención performática del Lado A”.
Ambas versiones funcionan como si de dos obras distintas se tratase, son dos experiencias distintas, con una actriz o dos, depende de la versión que se elija ver, con una misma historia y obra, pero “diferente forma de expectación”. Desde ese lugar se ubica la compañía, en poner de manifiesto, abrir la conciencia, que es posible llevar adelante este tipo de intervenciones. Por eso, además, la elección de una sala que considerase la accesibilidad entre sus valores, de modo que pudieran ser parte aquellos públicos que tienen otros requerimientos y que tienen derecho acceder al teatro.
La idea del trabajo que realiza Gestual es la de abrir, no desde la interpretación, sino desde la intervención, con actores y actrices señantes, que hacen versiones distintas, con su propia dramaturgia, muy ligada a la versión original, pero novedosa. “Es una ventanita en las artes escénicas”, dice Bianco, y “es interesante que actores y actrices empiecen a conocer”.
Presentar un hecho artístico abierto a personas sordas es lo que mueve a Gestual, a Bianco y a toda la compañía que satelita a su alrededor. Es una apuesta nueva a una búsqueda estética y no un paliativo para cubrir las falencias del sistema, como podría creerse. Pero es difícil de transmitir y de ser entendido como hecho estético y poético y no para cubrir una falta o entendida solo como mera traducción –más allá del pasaje natural que puede darse entre una lengua y otra, porque ya en esa instancia hay movimiento y gestualidad como fundamentos suficientes–, aclara. Es indispensable contar con formación más allá de ser señantes o conocedores de la lengua de señas, aunque cree que quienes se acercan a la lengua de señas sin tener familiares sordos es porque algo en el cuerpo los moviliza.
Decile que soy francesa es una obra que apuesta a la percepción y a la participación activa de los espectadores.
Sobre la obra
La historia es la de una mujer que pasa música en un club social de personas sordas, que hilvana anécdotas de su infancia y reconstruye las formas de relación que sus padres sordos gestionan en el hogar y afuera, en el mundo de los oyentes. Se pone en juego la mirada de una niña, que mira lo que les acontece como familia, lo que les acontece sus padres, y lo que le pasa a ella a partir de todo esto, lo que tiene que transitar.
En algún punto se vuelve algo universal, dice Bianco, una metáfora de la infancia en la que hay una diferencia, en la que se crece con una diferencia, una suerte de extranjería, porque hay otra lengua, otro campo de relación con el mundo y cómo eso se vuelve una metáfora de otras tantas situaciones, más allá de la sordera, de ciertas desatenciones en las infancias, no tanto en la familia, sino fuera de ella, en lo social, educativo. “Atraviesa ciertas capas de lo que les puede pasar a las infancias que crecen en un campo diverso”.
En el lado A, es la historia contada desde la mirada CODA (hijos de personas sordas), con la visión de la extranjería y el exilio como notas a mano.
En el lado B, versión accesible LSA –lengua de señas argentina–: con la incorporación de una actriz señante, que atraviesa la escena e interviene el espectáculo y crea una nueva poética escénica accesible a personas sordas.
Gabriela Bianco reconoce que si bien se ha avanzado en la visibilización, aún hay mucho trabajo por hacer en relación con la accesibilidad, y esta obra es una semilla para construir un nuevo paradigma de que todos pueden crear algo bello sean o no sordos.
*Decile que soy francesa, de Gabriela Bianco, en Area 623, Pasco 623, C. A. B. A. Funciones del Lado A, sábados a las 21, del Lado B, 5 de marzo, 9 de abril y 14 de mayo, a las 21. (infobae)