17 febrero, 2025

Con estos candidatos presidenciables, descuentan macro complicada en 2020

Esta semana en las redes sociales se abrió un debate entre el ministro Dujovne y el precandidato a presidente por el Frente de Todos, Alberto Fernández. Alberto Fernández es el principal candidato opositor. Nicolás Dujovne es la “voz” del oficialismo. De esta discusión, se puede extrapolar cuál sería el escenario macro más probable que el sector privado tienen que descontar para 2020.

Esta discusión es útil para tener idea hacia dónde puede ir el escenario 2020, ya que estuvo centrada en uno de los principales problemas económicos que impiden que el sector privado gane dinero, haga negocios, invierta y crezca: el problema fiscal. Si los dos referentes tuvieran un buen diagnóstico de los problemas fiscales, crecerían las chances que se aplicaran buenas políticas y la economía creciera de la mano de un sector privado que gana dinamismo en un marco de baja de inflación, mayor estabilidad cambiaria y descenso de la tasa de interés. Por el contrario, si los dos referentes se enfrascan en discusiones estériles carentes de buenos diagnósticos, lo más sensato es esperar más de lo mismo, es decir; que se acentúen las dinámicas actuales.

El déficit fiscal estuvo en el centro del debate entre Alberto Fernández y Nicolás Dujovne. Por un lado, Fernández sostenía que el déficit fiscal primario había sido -1,8% PBI durante el último año de CFK (2015). Paralelamente, acusaba que el déficit financiero cerraría en torno a -6% del PBI en el último año de Macri (2019). Del otro lado, Dujovne replicaba argumentando que el déficit primario había sido -3,8% del PBI en 2015, y que el déficit fiscal financiero consolidado de Nación + Provincias cerraría en -3,2% PBI en 2019. De Macri (2019). Del otro lado, Dujovne replicaba argumentando que el déficit primario había sido -3,8% del PBI en 2015, y que el déficit fiscal financiero consolidado de Nación + Provincias cerraría en -3,2% PBI en 2019.

No sorprende que tanto Fernández, como Dujovne no digan en forma completa la estricta verdad.

Ambos intentan presentar resultados propios mejores a los efectivamente logrados; y ambos intentan “ensuciar” el resultado fiscal del “otro”. El primer punto a aclarar es que la diferencia con respecto a los números para 2015, surge de considerar o no los ingresos del ANSES y BCRA. En este sentido, el déficit primario de 2015 fue -1,8% del PBI con ingresos del ANSES y del BCRA y -3,8% del PBI sin ingresos del ANSES y BCRA. No está demás decir que, en un sentido estrictamente técnico, los ingresos del BCRA no deberían ser nunca tenidos en cuenta.

Sin embargo, lo que Dujovne y Fernández digan sobre 2015 es poco importante. Es tan sólo chicana política. La discusión gana importancia cuando nos focalizamos en el resultado fiscal del 2019. Este resultado no sólo es importante porque todavía es modificable, sino porque impacta directamente en el escenario fiscal del próximo gobierno. Asumiendo que el gobierno cumple la meta de déficit primario con el FMI (-0,5% del PBI), el déficit fiscal financiero consolidado de Nación + Provincias sería -4,4% del producto este año; -3,7% del PBI Nación y -0,7% Provincias.

De acuerdo con nuestra visión y teniendo en cuenta los resultados fiscales acumulados durante la primera mitad de 2019, en E&R pensamos que es muy probable que Nación cumpla o incluso sobre cumpla (marginalmente) la meta de déficit primario de 2019.

Con una mirada positiva, se puede afirmar que es la primera vez que se está ajustando el gasto y se están teniendo resultados primarios positivos en la primera mitad de año. De hecho, aun descontando los ingresos extraordinarios, el déficit primario de la primera mitad ascendería “sólo” a -0,3% del PBI, lo cual es una importante mejora con respecto al mismo periodo del año pasado. Con una mirada más cruda, también se puede decir que el ajuste no es el ajuste como nuestra economía necesita y que tampoco es un ajuste perdurable, ya que es en mayor medida a fuerza de impuestazo y licuación inflacionaria, lo cual no lo convierte en sostenible en el tiempo. Y justamente, nuestra macroeconomía necesita que la reducción del gasto sea sostenible.

Sin lugar a duda, cumplir una meta fiscal es siempre mejor que incumplirla. En Argentina, un país con poco ahorro, insuficiente inversión y falta de acceso al crédito internacional, bajar el déficit fiscal siempre es buena noticia. Por otro lado, en Argentina, un país incumplidor serial de compromisos firmados, cumplir una meta también es buena noticia. Esta fuera de discusión que bajar el déficit fiscal y cumplir metas fiscales, no sólo son rarezas, sino buenas noticias. Es mejor ésto, que lo que casi siempre hicimos, es decir; subir el déficit e incumplir metas.

Sin embargo, ni Dujovne, ni Alberto Fernández, ni ningún político, ni casi ningún economista discute o se pregunta lo realmente importante: ¿Sirve este resultado fiscal y sirve cumplir esta meta? Esta pregunta lleva la discusión al contexto realmente importante. Su respuesta echa luz sobre lo más importante, es decir; las políticas que el próximo gobierno debe aplicar sí o sí para tener chances de revertir la actual tendencia. Si no las aplica, no sólo nos irá mal, sino muy probablemente peor.

Por el contrario, si lo hace, crece la posibilidad de empezar a dejar atrás la decadencia. La meta fiscal y el resultado inherente a la meta fiscal deben servir para (por un lado) contribuir al crecimiento económico y para (por el otro) apuntalar la solvencia inter temporal de la deuda. En este sentido, el escenario fiscal resultante del cumplimiento de la meta servirá para apuntalar el crecimiento si y sólo si desahoga al sector privado, propiciando que los individuos, las pymes y las empresas puedan hacer negocios y ganar dinero, de manera de incentivar la inversión, la acumulación de capital y el crecimiento. Además, el resultado fiscal emergente del cumplimiento de la meta fiscal debe apuntalar el ahorro e incentivar la canalización de dicho ahorro hacia la inversión para poder crecer.

El cumplimiento de la meta y su resultado fiscal emergente sirven para apuntalar la solvencia inter temporal de la deuda si el valor presente de todos los superávits fiscales futuros es mayor al monto de la deuda. De darse esto último, el resultado fiscal contribuye a la solvencia intertemporal, hace que la deuda sea 100% financiable y desploma el riesgo de default.

Está claro que el resultado fiscal primario y el resultado fiscal financiero del gobierno nacional de 2019 no sirven para apuntalar el crecimiento económico, ni tampoco para la solvencia inter-temporal de la deuda. Por el lado del crecimiento, el resultado fiscal no sirve porque no empieza a resolver el principal problema que hace que el sector privado no pueda hacer negocios, ganar y crecer: el tamaño del Estado. En este sentido, hay que remarcar que el tamaño del Estado, la dimensión del gasto público y la presión tributaria siguen prácticamente inalterados con respecto a los años anteriores. El Estado sigue siendo imposible de financiar y continúa ahogando al sector privado igual que siempre. La evidencia en este sentido es contundente. Los impuestos, el impuesto inflacionario y la tasa de interés continúan siendo récord o están muy cercanos al récord.

En este marco, la gestión de Nicolás Dujovne no ha empezado a resolver el problema de fondo que enfrentará el próximo gobierno, tenga la camiseta que tenga. Si el próximo gobierno continúa con este gradualismo (en el mejor de los casos) o esta inacción (en relación a lo que se necesita) fiscal, los problemas muy probablemente se agravarán y la contracción del nivel de actividad y la inflación muy probablemente se acelerarán. Dado que se seguiría contrayendo la economía y continuaría habiendo destrucción de riqueza, la economía seguiría viajando a un tipo de cambio real (TCR) de equilibrio. (Fuente: Economías & Regiones).