Ambiciones nucleares de Argentina gracias al litio se ven frustradas por la crisis
Durante décadas, investigadores atómicos de renombre mundial han trabajado en proyectos en Buenos Aires y Bariloche. Ahora que Argentina se perfila como el productor de litio —un mineral necesario para la transición mundial hacia la energía eléctrica— de más rápido crecimiento, trabajan en innovaciones para convertir el metal de baterías en algo más escaso que el oro: isótopos de litio-6 que tienen importantes aplicaciones nucleares. Jonathan Gilbert
Pero los científicos que encabezan estos esfuerzos se enfrentan a devaluaciones del tipo de cambio y controles de capital, por no hablar del nuevo gobierno del presidente Javier Milei, cuya campaña de austeridad incluye la reducción de los fondos federales para la ciencia.
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El litio-6 es necesario para producir tritio, un elemento raro que puede ser crucial para el futuro de la energía nuclear, ya que podría alimentar una nueva generación de reactores de fusión, incluido el ambicioso proyecto ITER de Francia. El isótopo es mucho más valioso que el carbonato de litio poco procesado que se exporta desde los salares andinos de Argentina. El carbonato, utilizado en las baterías de los vehículos eléctricos, vale unos US$11 el kilogramo; la misma cantidad de litio-6 alcanza decenas de miles de dólares.
Los investigadores presentaron el proyecto en 2021. Pero después de que las autoridades tardaran en aprobarlo, también se enfrentaron a meses de trámites burocráticos y nuevos retrasos para importar equipos. Cuando por fin pudieron empezar a trabajar en serio en el litio-6 el año pasado, el desplome de la moneda local se había comido el valor de su presupuesto. Y el problema se vio agravado por la devaluación del 54% del peso decretada por Milei en diciembre.
“El financiamiento equivalía a US$1 millón cuando fue la convocatoria original”, señaló Fabiana Gennari, directora del proyecto que trabaja en Bariloche con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de Argentina. Gennari y sus colegas confían en que la denuncia sirva para atraer nuevas inversiones.
Una historia similar se repite en todos los programas científicos argentinos, que el año pasado contaron con unos US$2.000 millones de patrocinio público. Los presupuestos se ven mermados por la debilidad del tipo de cambio y por una inflación que sigue de cerca la caída del peso, a pesar de algunos mecanismos de mitigación.
Se trata de una dinámica que ha generado todo tipo de idiosincrasias económicas en Argentina: los ahorristas se apresuran a comprar dólares, los agricultores acaparan soja y los ejecutivos del sector energético pueden encontrarse con que, de repente, los números no cuadran.
Los recortes de financiamiento de Milei echan sal en la herida. La CNEA ha dicho que no tiene dinero suficiente para seguir construyendo dos reactores nucleares, y los trabajadores salieron a la calle este mes para protestar, ya que la asignación de fondos del gobierno para la ciencia disminuye si se compara con la inflación.
Según Nicolás Lavagnino, que analiza el presupuesto científico para el centro de investigación Ciicti, la asignación se ha reducido un tercio este año. Debería volver a disminuir ligeramente en 2025, pero caería de forma más precipitada si Milei no alcanza el ambicioso objetivo de frenar la inflación, según Lavagnino.
“Los estamos sometiendo a un test muy exigente, porque ya bastante tienen con la incertidumbre científico-tecnológica como para tener que soportar otras dos fuentes como la macroeconómica y la inestabilidad institucional, que, sin duda, hace que en Argentina haya muy buenas ideas que no legan a madurar”, afirmó Fernando Peirano, que dirigió la agencia científica gubernamental que financió el proyecto del litio-6.
Una portavoz del Ministerio de Economía no respondió a una solicitud de comentarios sobre el financiamiento de la ciencia.
Para el proyecto del litio-6, la CNEA está trabajando con otras dos empresas atómicas estatales en formas de separar el isótopo del metal sin utilizar mercurio, un peligroso contaminante difícil de eliminar.
Estados Unidos dejó de producir litio-6 para desarrollar armas nucleares en los años 60 tras los problemas de contaminación por mercurio en Tennessee. En la actualidad, solo China y Rusia siguen “enriqueciendo” el litio con mercurio, y el mundo sigue buscando formas de fabricar el isótopo de forma limpia a escala industrial.
Gennari y sus colegas querían enriquecer átomos de litio con láseres. Pero ahora no hay dinero suficiente para comprarlos después de que el valor de su financiamiento se redujera a aproximadamente el equivalente a US$100.000 desde el millón original.
Así que a los científicos solo les queda probar con reacciones electroquímicas, más baratas que el láser. Aun así, hay complicaciones, síntoma, dicen, de una mala planificación por parte de los políticos.
Sus laboratorios de investigación tienen que importar litio de Asia en un momento en que Argentina está inundando los mercados mundiales con el metal. “Suena muy extraño”, sostiene Horacio Corti, que “teniendo una de las reservas mundiales más grandes de litio, tenemos que comprar el litio para hacer los trabajos de investigación afuera”.
Corti intentó obtener el litio en la provincia argentina de Jujuy, una de las principales regiones productoras, pero fue un callejón sin salida. Jujuy tiene derecho preferente al 5% del litio extraído dentro de sus fronteras, pero no está claro si las autoridades ejercerían esa opción para proyectos fuera de la provincia.
“Eso muestra la falta de un plan nacional integrado”, indica su colega Verónica Vildosola.
Milei, un outsider libertario en su primer año de mandato, aún puede plantear más riesgos.
El anterior gobierno de izquierda trató de maximizar los beneficios económicos del litio fomentando el desarrollo de baterías en suelo nacional. Pero el nuevo presidente prefiere no intervenir y dejar que las empresas elijan dónde construir sus cadenas de suministro.
Milei también pretende vender parte de la participación del Estado en Nucleoeléctrica Argentina S.A., una de las empresas involucradas en el proyecto del litio-6, como parte de una estrategia de privatización.
Aunque el objetivo es abastecer algún día a las centrales nucleares de fusión, Corti afirma que, mientras tanto, hay muchos otros mercados a los que Argentina podría aspirar. El litio-6 podría, por ejemplo, incorporarse a las capas protectoras de los equipos utilizados por los científicos nucleares.
“Se podría utilizar en las propias instalaciones argentinas”, sostiene Corti. “Eso solo justificaría le existencia del proyecto”.
Traducido por Paulina Munita.
Nota original: Argentina’s Crisis Thwarts Bid to Go Nuclear With Lithium Bounty