El riesgo inadvertido del teletrabajo y que preocupa a empleados y empresas: ¿qué hacer en estos casos?
El trabajo remoto implica ventajas económicas para la organización y comodidad para el empleado, pero se pierde el compromiso (engagement) con la empresa. Por Rocío Bravo
Sin dudas el teletrabajo llegó para quedarse. Tal vez en una modalidad híbrida, pero todo indica que seguiremos trabajando desde nuestras casas aún una vez superada la pandemia. Aunque los beneficios de esta modalidad son muchos, también comienzan a ganar presencia ciertas incomodidades.
Al respecto, Verónica N. Galarza, Lic. en Psicología (M.N.57224), plantea que «el aislamiento obligatorio por la pandemia de coronavirus puso a prueba a las organizaciones, pero también a las emociones de los trabajadores». En línea con ello, Gustavo Picolla, Coach Ejecutivo en Management y Liderazgo, destaca que uno de los motivos donde más impactó el teletrabajo es en la conexión social entre las personas».
Guillermo Miguenz, Psicólogo Social y Comunicador Social, responsable de las Divisiones Formativas Quilmes y Consultora Dinamo, habla de una posible desvinculación emocional del trabajador con la compañía. «El hecho de no reunirse con sus compañeros y de no compartir un espacio común, hace que el trabajador pierda nexo, unión y referencia emocional con la empresa», menciona.
Sebastián López, director técnico Nawaiam, comparte que la pandemia trajo consigo una nueva realidad no solo en la forma de convivir en el día a día con nuestros quehaceres diarios, sino también en la forma de trabajar a través del teletrabajo. «Esto genera una mayor conectividad entre equipos de trabajo, pero menos contacto o relacionamiento presencial con compañeros de trabajo«, dice. «Esto, en muchos casos, desencadena en una pérdida de unión de equipos, de sentido de pertenencia o identificación con la empresa», agrega.
Los riesgos de no compartir un espacio
Para Miguel Capurro, director de Capital Humano de Randstad Argentina, sin embargo, esto dependerá de cómo y qué analicemos. Según él, uno de los pocos estudios serios que hay en relación al teletrabajo actual, nacido específicamente de la experiencia Covid, es el que ha tomado una muestra de más de tres millones de personas que trabajan en estructuras corporativas, cuyos resultados dan cuenta de que la mayoría de las organizaciones durante el tiempo de aislamiento incrementaron la cantidad de reuniones con sus colaboradores; involucraron a una mayor cantidad de personas en cada reunión y en cada comunicación; e incluso, muchas compañías incrementaron la jornada horaria promedio en más de 40 minutos.
Si uno analiza esta información, dice Capurro, «denota a simple vista que hemos tenido un mayor contacto entre los diferentes equipos y stakeholders de la organización a la que representamos. Sin embargo, el punto a analizar es con qué grado de empatía digital nos involucramos en el proceso. Los mamíferos necesitamos el espíritu de cuerpo para vivir, siendo el contacto físico parte de ello. Si no podemos gestionar las emociones a la distancia, podemos caer en un desencanto y atribuir toda la responsabilidad al teletrabajo».
Según Florencia Casabella, psicoanalista, emprendedora, socia fundadora y directora de Désir Salud, «muchos empleados manifiestan sentirse desvinculados emocionalmente de sus empresas ya que se sienten aislados de sus compañeros y referentes. Les falta el reconocimiento de pares y jefes con relación al resultado del trabajo. Esto se da básicamente por la ausencia de un espacio compartido y la impersonalidad de los medios utilizados para el intercambio diario».
Ante esta situación, recalca, «el riesgo principal es la desmotivación que puede llevar a patologías más complejas como la depresión o la caída en la productividad del empleado. Como recurso preventivo las empresas deberían facilitar espacios de encuentro con fines recreativos y no laborales, para restituir los vínculos».
Según indican algunos estudios, menciona Galarza, el teletrabajo mal gestionado puede aumentar los niveles de estrés, soledad y miedo, y hacernos más vulnerables a la ansiedad. Frente a ello, dice, «las organizaciones tienen un desafío importante por delante, que sus trabajadores en el nuevo contexto se sientan parte de un equipo de trabajo. En muchos casos las organizaciones compartían un espacio común, ahora deben también compartir un espacio virtual: el mundo de lo intangible reemplaza cada vez más a lo físico y ello implica cambios en el sujeto, que ya se relaciona de manera distinta, en tanto los vínculos empiezan a redefinirse y a cambiar».
De alguna manera, sigue la psicóloga, «esto implica un cambio radical en el pensamiento organizacional. Con la virtualidad, el trabajo es lo que hacemos, no el lugar al que vamos. Las organizaciones deberán ser dirigidas sin reuniones, deberemos trabajar con personas a las que no vemos. Por ello, es por lo que se debe redescubrir cómo dirigir organizaciones que se basen más en la confianza que en el control».
«En la madurez de cada grupo de trabajo y en las políticas que aplique cada organización está la clave para mantener el engagement alto como driver para continuar sintiéndonos parte del grupo de trabajo«, remarca el ejecutivo de Randstad. «Trabajar con mayor foco en las relaciones, la comunicación, proponer un espacio de distensión y diálogo para contener a los colaboradores de la organización, es vital para que visualicen que son tenidos en cuenta y no sufran una desvinculación emocional», agrega López, de Nawaiam.
Punto clave, estar conectados
Vinculado con ello, Esteban Zecler, Co-Founder & CEO de Zetech, expresa: «Para que el colaborador se ponga la camiseta de la empresa, primero es necesario que la empresa se ponga la camiseta del colaborador o, mejor dicho, se ponga en la camiseta del colaborador para entender como está, cuáles son sus motivaciones y qué cosa lo frustran».
En este sentido, Miguel Alfonso Terlizzi, presidente de hucap, plantea: «El objetivo es mantener a los colaboradores conectados más allá de lo laboral, motivados y con sentido de pertenencia hacia la organización, aunque no sea lo mismo que presencial es una muy buena herramienta para estos tiempos donde el aislamiento comienza a pesar. Sobre todo, para las generaciones centennials y millennials para quienes lo virtual es un medio natural por el que moverse».
«Los seres humanos somos seres sociales y necesitamos recuperar lo que perdemos al no poder sentarnos uno al lado del otro. Tal vez, este sea el desafío más importante que nos plantea esta nueva normalidad», concluye Picolla. (iProfesional)